Extendistes tus alas y me mostraste el largo que tu cuerpo puede alcanzar.
Preparé vendas y me cegué, guiándome por los cuatro sentidos a favor y caminé.
Entré en el laberinto oscuro, con antorchas tenues, con mis pasos resonando por el eco.
Pero aunque llame el Minotauro nunca estará, los mitos y leyendas no son reales son para jugar.
Pasillos prohiben bellos días acariciar con sus rayos tal oscuridad.
Me topé con cenizas que se consumieron en calor, ardieron de dolor,
el polvo se elevó, ardientes, las llamas reflejaron el lugar y un cuerpo resucitar.
Gran ave quiero que me lleves a volar y dejar de pensar, solo disfrutar,
Fenix, quemame, solo quiero volver al polvo.
Son estos los lamentos, absurdos sentidos.
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