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9.5.10

Los golpes sangrientos.

Aquella mujer hablaba en un susurro profundo, era difícil de entenderle a dos metros de distancia, pero su leve tono, el quiebre, el dolor, el llanto que murmuraba era difícil de notar. En ocasiones su caminar se modificaba. Con inseguridad y acecho sus ojos volteaban hacia atrás, para desear no encontrar el golpe que le doliera en su frío caminar. Desapareció por mucho tiempo su presencia.
A casa llegó un día unos minutos tarde de su trabajo, pero, raramente, su pareja estuvo desde temprano en aquél sofá con su musculosa blanca y el control en la mano. Delante de él, donde estaba la mesita de vidrio, un cenicero por la mitad de colillas de cigarrillos y en su mano izquierda se esfumaba el humo del cigarrillo que sostenía. Al lado del cenicero, unas botellas vacías de cerveza de 350ml. y una apoyada, sin estar en posición horizontal, sobre la mesa a medio consumir. El partido de football estaba ahí delante, el juego estaba en mitad de cancha y su resultado era 0-0.
A casa llego un día unos minutos tarde de su trabajo y sucedió. El miedo la inundó. Su pareja fijó su mirada en su entrada y preguntó: "¿Dónde estabas?, llegaste más tarde de lo usual. ¿Siempre llegas a esta hora? ¿eh?, ¿me estabas omitiendo este detalle, mujer?. ¿Pensaste que era idiota?, ¿creés que no me doy cuenta que estas haciendo de las tuyas?. ¡Aquí tendrías que haber estado hace un laaargo tiempo, estando preparándome la comida y dándome la cerveza!. ¿Qué haces ahí parada, nena?, ¡¡movéte!!.". Ella estaba petrificada, su mirada buscaba a dónde ocultarse, pero no sabía dónde. Su miedo la invadió y se quedó petrificada, no podía moverse, quería hacer algo, decir algo, justificarse, al menos una escusa. Pero nada sucedió, ahí se quedó quieta, con su cuerpo temblando sin su voluntad, con sus nervios en un absoluto estado que nunca pudo explicar.
La ira de su pareja aumento considerablemente en unos pequeños segundos, pero aumentó más al ver que el partido de football había de estronar un grito de un nuevo resultado: "¡¡¡GOOOOOOLLLL!!!.". Su equipo perdía en los últimos minutos. De repente agarró la mesa por su alto y su ancho y la impulsó contra la pared violentamente, destrozándose, estallando, muriéndose aquella mesa que a ella le gustaba y  guardaba un sentimiento personal. Las botellas de 350ml. aumentaron el ruido, algunas rotas, otras para aturdir. El polvo voló sobre toda la habitación, aquellas colillas de cigarrillo ya no se encontraban juntas, sino esparcidas. Polvillo comenzó a verse flotar por el reflejo de la luna, cerveza en el piso con montones de vidrios rotos, tanto grandes como chicos.
Su pareja insultó como nunca pudo y el miedo que a ella le invadía era tan inmenso que no sabía que no sabía qué estaba ocurriendo, solo entendía que petrificada estaba. Comenzó a caminar violentamente hacia ella por aquél pasillo de algunos recuerdos donde todo era amor. Quiso correr, pero no pudo, quiso gritar, pero no pudo. Estaba cerca y seguía igual. Una mano abierta venía de su lado izquierdo, impactando contra las lágrimas que caían por su mejilla. ¡Al fin un grito!, ¡al fin pudo moverse!. Su cabeza impactó contra el otro lado de la pared. Una mancha roja pudo ver, todo se modificó, todo ocurrió tan rápido, pero tan lento.
Los golpes que recibió fueron la la causa del por qué su pareja al día de hoy, tras rejas, estaba. El dolor que sintió, la sangre que perdió, su miedo albergado en aquél departamento, su estado en coma por muchos meses. Todo fue tan sangriento, tan desesperante, tan insensible. Su cuerpo tardó en cicatrizar, sus reflejos se perdieron un poco pro haber roto nervios. Tan débil estaba, tan mal. Un aspecto difícil de describir y que su pareja justificó que su conocimiento perdió, sin tener control de su cuerpo.
Él por mucho tiempo ahí se quedaría, ella, en su baño de sangre, a causa de su pareja, en un estado vegetativo la dejó. Sin vida que vivir, sin alimento que nutrirse. Un baño de sangre en el momento de encontrarla y muchas lágrimas derramadas. Su vida había terminado.

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