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3.8.10

El dolor de la muerte

Su cuerpo marcaba, como cual bebé aprende naturalmente a beber leche del seno de su madre, pero diferenciaba su estilo de caminar de las otras masas que se movían sin ser notados más que sumar números a la multitud hipnotizada. En esa calle adoquinada habitaban las luces de los faroles, cuales último mantenimiento fue dos años atrás, tan débiles como el soplido de un anciano queriendo apagar las velas de su torta de cumpleaños. Ese cuerpo de bella figura caminaba con suavidad, oscuro sin mirar, sin ser notado al ir al compás de la gente apurada en esa vereda llena de negocios de dinero barato, quienes bajan sus persianas por la hora en que la tarde se oscurecía a causa de la soledad del espacio invadiendo al planea.

El cielo estaba gris, la noche estaba en su punto más oscuro, las 9:00 PM sonaba en alguna iglesia de la zona. Él caminaba con su campera gris oscura y sus zapatillas gastadas, tenía frío y su rostro pálido notaba cansancio, su voz no sonaba la misma porque parecía estar encerrada hace más de una semana. Solo en su caminar se diferenciaba de los demás, quien caminaba cerca notaba su presencia. Caminaba y caminaba y todo llegaba a 11 segundos porque no estaba. Se lograba escuchar el grito desgarrador, de terror de una madre supiera de su hijo recién fallecido.

No miraba, solo se detenía en los adoquines sin ser capaz de reconocer de que estaban hechos. Caminaba en mirada perdida, como sí no tuviese vida. Su mirada estaba vacía, miraba su interior, una mirada de dolor que contagiaba al miedo y enfermaba a la misma esperanza. Desinteresado, solo quería dejarlo ir, descargar esa energía negativa que lo consumía constantemente.

Muerte violenta, olor a cuerpo quemado y el carbón que sostenía en sus manos ardía en llantos duros, gritos profundos desvestían el alma y su dolor tan grabe. Piensa y sus recuerdos son un gran dolor de cabeza. la muerte no es fácil y recogerla entre manos al cuerpo fallecido es morirse uno. Ese pasado no puede ser superado, quedarán manchadas las manos de la sangre quemada, negra impregnada en la piel. Nunca podrá liberarse de la muerte acurrucada en sus manos.

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