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25.8.10

La envidia de Eros

No tengo males al escuchar el sonido de tu mano acariciar lentamente mi piel. Ese sonido suave, que siento como "en cámara lenta" es un sonido que me pierde, que me aleja de la realidad y me vuelca en un mundo ficticio, donde soy consciente de que mi corazón es cual escribe ese sentimiento único. No tengo temor a estar solo, porque estar a tu lado siento que no somos uno solo, sino que somos muchos, y estamos protegidos, acompañados, unidos. Aunque caminemos por el valle de las sombras de la muerte, no tengo miedo, no siento temor, no siento olor a putrefacción, porque estas ahí, aferrado a mi mano, aferrado a mi sentimiento, a mi cuerpo. Por que estas aquí, dentro, fuera, profundo, en el fondo de los laberintos donde quien recorrió para matar a aquél Minotauro. Siento que solo entrar, sin necesidad de un hilo que me guíe, sino sentir el perfume de tu cuerpo llevarme y gritarme tu ubicación, y caminar lento, suave, para no ser oído. Para no ser escuchado ni por tu propia sombra. Quiero encontrarte, en un laberinto y poder estar solo sin nadie más que cuatro paredes que quieran ser nuestro confidentes, que estemos en sus miradas, en su protección y contención, y poder amarnos, lento, suave, con pasión. En eternidad y en nuestra mortalidad, en pasión y en dolor, en el frío de la soledad, en las carnes que dejamos atrás, en los placeres que ahogamos en los profundos mares. Sin fantasmas, sin espejismos, sin cuerpos malditos que nos quieran intoxicar. Sin multitudes que nos quieran mirar. Sin terceros que intenten sospechar. Solo esperarte, tenerte y mirarte en silencio para escuchar tu respirar susurrarme tu necesidad de mi alma, la necesidad de mi honestidad, de la verdad y querer crecer con ella. Que el mismo Eros tenga envidia de nosotros y que ni Afrodita pueda desviar nuestra mirada. Para solos ser muchos, para ser uno, para volver a vernos, frente a frente, así escuchar el amor que no pudimos expresar, el amor que tenemos como nudo en la garganta sin quererse expulsar. Estar unidos, sin objeto, situación que nos pueda alejar, más que nuestros corazones decidan cada uno irse de ese tan bello lugar.

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