En ese asiento

Hoy volví a estar con tu presencia y con tu seriedad lograste apaciguar tu ser y amarme en silencio en el asiento que reservaste hace tiempo. Ahí quedó grabado, como prueba de un amor eterno que solo para vos te guardaste. Ese asiento que, involuntariamente, se llevó mi nombre tatuado. Cuanto amor/dolor vieron mis ojos en tus manos, en tu voz, en ese abrazo. Recordando los momentos que tus dedos hoy están necesitando.

Me intentaste encontrar por tantos lados. Esperaste arduas horas sin moverte con la ilusión de encontrarme y dedicarte mi tiempo para satisfacer tu amor. Pero no te espero. "Hasta pronto." no volverias a escucharlo más, el "Adiós." más duro, sin otra cosa que tus oídos deseasen escuchar. Pero todo terminó, ya no hay más aroma en tu cinturón, solo una brisa me absorbió por tu ventana y volé lejos.

Se que extrañaré, se que ya tengo mis alas prematuras de un adulto, pero necesito de estos minutos para estar solo y alejarme de vos, de tu voz. Extrañaré hacerte el amor como nunca nadie te lo hizo, extrañaré el mirarte en silencio y que me entiendas con un gesto, extrañaré mimarte la piel, extrañaré pasar mi mano por tu nuca y abrazarte con sentimiento, absorberte entera sin tener miedos y volvernos uno. Extrañaré tus palabras, tu apoyo, tus miedos, tus historias. Solo quiero ser tu recuerdo ahora que sabemos que no nos tendremos.

Es este el cuerpo que se aleja, es este el cuerpo que se despide luego de tantos años sin haber conocido la separación, el alejo de nosotros dos. Y ya te extraño tanto, tanto, pero me acostumbro lento, el tiempo hace que te olvide, hace que se incluyan más recuerdos, y las músicas producen en mi el espejismo querido.

Gracias por última vez, mi final en vos en cada nota de las poesías, de mis escritos con o sin vida, por estos acompañaron toda tu vida, envueltos en tu comprensión. Soy tu prueba de tu amor eterno masculino que tu casa silenciará en secretos de niño. Seré tu secreto más preciado, tu adolescente más sabio, tu joven más educado, más humilde y más querible, porque fuiste quien me enseño lo que una cama puede hacer solo en vos, solo en mi, para vos y yo. Donde nuestro aliento era el alimento, donde nuestros dedos paseaban sin resentimientos.